martes, 4 de junio de 2013

Un fantasma para que te guíe en verano

Aquella noche, bailamos por las calles de Francia. Vimos a aquel hombre tocando la guitarra en la Place de l'Opéra. Tú no te pudiste resistir, y me arrastraste contigo. Debería de dejar claro desde el principio que esto no es el fragmento de una historia de amor. Un baile es solo un baile, aunque en realidad fueran unos nueve o diez. Y si cuando tuvimos que parar para reírnos porque nos faltaba el aliento, vimos que se nos habían unido otras cinco o seis parejas y que otras tantas personas habían hecho un circulo para mirarnos, no dijimos nada y seguimos bailando con aun menos aliento y lágrimas de hilaridad en las comisuras de los ojos. Qué noche la de aquel día, como dirían los Beatles en España en los 70. Y no está nada mal añadir a tu lista de logros en la vida "iniciar una pista de baile improvisado por la calle". Está justo al lado de "hacer reír a mis amigos" y "malcriar a un gato". Y si volviendo a casa desafiné Welcome to the Black Parade, que ya era vieja cuando la descubrí años atrás, ningún perro callejero me lo tuvo en cuenta, ya que probablemente lo achacaron al alcohol. Pensé que tal vez tuvieran razón, porque cuando uno de ellos me preguntó si seguía borracha, lo entendí perfectamente. Sí, en ese momento me di cuenta de que así era. ¿Cómo si no había entendido tan bien una pregunta en francés?

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